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Especialista advierte que la crisis del agua en México es más profunda y urgente de lo que parece

En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, el doctor Cristóbal Aldama ofreció la conferencia “Crisis Hídrica: problemática, conflictos y oportunidades”, en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), donde presentó un diagnóstico técnico y detallado sobre la situación del agua en el país.
El especialista abordó diversos factores que convergen en la crisis hídrica mexicana: desigualdad geográfica en la disponibilidad del recurso, deficiente infraestructura, presiones internacionales, uso intensivo en la agricultura y el impacto del cambio climático.
Aldama explicó que, aunque México cuenta con una disponibilidad hídrica ligeramente inferior al promedio mundial, el verdadero reto es su distribución desigual. Mientras que el sur concentra gran parte del agua del país, el norte enfrenta constantes sequías y escasa captación pluvial. Esta situación, dijo, obedece a la compleja conformación geológica del territorio, donde sierras, altiplanos y zonas costeras determinan los flujos de agua, su almacenamiento y su filtración.
También abordó los conflictos por el recurso hídrico en la frontera norte, en particular con Estados Unidos, donde los tratados internacionales como el de 1944 han sido causa de tensiones. Mencionó el caso reciente del río Bravo, cuya falta de cumplimiento en la entrega de agua provocó incluso represalias comerciales. “En ciertos periodos, México no ha recibido ni un solo día de flujo del río Colorado”, denunció.
En contraste, señaló que en la frontera sur con Guatemala, donde existen seis cuencas compartidas, la baja presión agrícola e industrial ha evitado fricciones similares.
Respecto al uso interno del recurso, presentó una distribución desigual: 66% del agua es destinada al sector agrícola, 9% a la industria y apenas 5% al uso doméstico. Esta dependencia del sector primario, sumada a una eficiencia deficiente, ha llevado a una alarmante reducción de la disponibilidad per cápita desde los años sesenta.
El crecimiento urbano también ha elevado la presión sobre las fuentes de agua. Entre 1960 y 2005, la expansión de zonas urbanas en ciudades como San Luis Potosí motivó la construcción de presas, acueductos y pozos profundos, aunque muchos de estos han enfrentado límites operativos debido a la contaminación de los acuíferos.
Actualmente, San Luis Potosí requiere alrededor de cuatro metros cúbicos por segundo para satisfacer la demanda de su población; sin embargo, el sistema apenas cubre esa cantidad, y cualquier falla o sequía compromete gravemente el abasto.
Aldama alertó además sobre los efectos del cambio climático. Las sequías extremas registradas en 2023 y 2024 dejaron al descubierto la creciente vulnerabilidad del país. Las lluvias disminuyen mientras la evaporación aumenta, generando condiciones de estrés hídrico permanente en muchas regiones.
En su análisis final, subrayó que la solución no se encuentra únicamente en la infraestructura, sino en una transformación profunda que involucre lo político, social, económico y ambiental. Apostar por tecnologías sustentables, rediseñar la gestión del agua y fomentar una cultura de conservación fueron algunas de las propuestas señaladas.
La conferencia, en palabras del propio especialista, fue tanto una advertencia como un llamado: México necesita actuar con urgencia para evitar que la crisis hídrica se convierta en una catástrofe estructural, pero también debe reconocer en esta situación una oportunidad para redefinir su relación con el agua.